No quieras necesitarlo, pero si lo haces… chapeau por la asistencia en aeropuertos
Lo que viene llamándose una «mala pata» en toda regla.
Voy un fin de semana a Alemania a la Boot, la feria de Naútica más grande de Europa, para trabajar, reunirme con proovedores actuales, buscar contactos nuevos, viajes o experiencias innovadoras, inspirarme, disfrutar, patear por todas partes…. y el primer día por la noche, me caigo de la manera más tonta, me tuerzo un pie, y ¡me hago un esguince!
Nada grave, pero sí bastante puñetero, sobre todo si en el plan quedan 2 días a tope de andar por un recinto inmenso, estar de pie, usar numerosos transportes públicos (tren, tranvía, buses, shuttles, aviones….) e ir cargada con folletos y demás parafernalia.
Había que ver cómo solucionar este tema, puesto que siempre impera en buscar soluciones y no llorar por los rincones.
DE «COJITA» POR LA FERIA
El sábado por la mañana nos informamos bien y nos indicaron que debíamos ir al puesto de asistencia médica del recinto ferial de Messe Düsseldorf, tienen sillas de ruedas para los visitantes y me atendieron muy bien. Me visitó una médica, para confirmar lo que ya sabía (he tenido tantos esguinces en mi vida y mi tendón izquierdo es tan propenso a irse de su sitio, que no es nada que no sepa de que va) y ponerme un vendaje, y como no les quedaban sillas de ruedas, me ofrecieron alquilar un scooter de esos de movilidad reducida que realmente me salvó el papelón y pude seguir más o menos el ritmo previsto.
He de añadir que aunque no sé lo que cuestan estas cosas, me pareció un precio más que prudente, 20 euros por el día completo, y que la visita médica no me la cobraron , por estar cubierta en el sistema Europeo (no llevaba el carnet Europeo de la Seguridad Social, un fallo, pero recomiendo siempre tenerlo si se viaja).
Cara al seguro de asistencia en viaje anual que tengo y que cubre estas incidencias, solicité un justificante de la visita médica, ya que al dar el parte el día anterior me dijeron de ir a un Hospital o Centro médico, y con esto podré presentar los tickets de gastos (únicamente el scooter, farmacia y los taxis, realmente) sin problema. (Otro tema aparte sería hablar de los seguros y los viajes… ¡lo tendré en cuenta!)
Una vez ya «motorizada», vuelta a la feria a retomar todo a lo que habíamos venido. Retrasamos algunas citas, pero más o menos nos reorganizamos y nos dio tiempo a todo…
Moverse un sábado que es el día de lleno completo en un vehículo rodante entre pasillos estrechos petados de gente, no es tarea sencilla.
La verdad es que no miramos (y lo digo en plural, porque yo tampoco me fijo, seguro) cuando hay gente «a otra altura» alrededor y el quedarme estancada porque alguien no se movía, tropezones varios, gente que se me caía encima, choques diversos y frenazos y demás era lo más normal. Entendí entonces la razón de que no tuviera apenas velocidad, el máximo es equivalente a un paso acelerado, y es que de ir más rápido, se podría hacer mucho daño a los despistados que dejan los pies en el camino de las ruedas por no mirar que viene alguien rodando…
Igualmente cierto es que cuando ven (vemos) a alguien así, el respeto y la educación es máxima, piden disculpas, se abren pasillos, te ayudan, sonríen, abren puertas o facilitan cualquier cosa que necesites
No es nada que desee repetir, desde luego, pero sí tengo que reconocer que fue incluso divertido ir con ese cacharrito ¡¡y hasta descansado!! Nunca jamás había terminado tan fresca después de un largo día de feria!! 😉
Mis compis me envidiaban y a ratos aprovechaban para sentarse ellos un ratito y descansar del tute.
Bien, salvado ese escollo, el tema principal eran los aeropuertos y el regreso a casa.
ASISTENCIA EN AEROPUERTOS
Aunque ya hacía unos años había visto como funcionaba este tema cuando Saby se rompió la rodilla en Austria, el vivirlo en primera persona, y sola, ya tiene otro punto de vista.
Estuve en el aeropuerto con mis compañeros de fatigas hasta el embarque de cada cual, bastante antes que el mío, y a partir de ahí, al quedarme sola, fue cuando fui a buscar la asistencia que el día anterior habíamos solicitado. Tan sencillo como ir al punto de información y de inmediato, con una llamada, todo resuelto.
Un señor muy amable vino con la silla de ruedas y comenzó ese increíble servicio que parece nimio, pero que tiene un enorme valor.
Todos los que viajamos a menudo sabemos lo tremendamente cansado que resulta un día de viaje, aunque el vuelo sea bien corto. Todo lo que rodea el hecho de volar, es realmente pesado. Sin embargo, cuando no tienes problemas de movilidad, no te das cuenta de otras realidades, pero estar más de una hora de pie esperando que abran el mostrador de facturación, pasar los eternos controles de los aeropuertos con sus filas y sus demoras, subir y bajar las escaleras con tus bolsas o trolley, llegar a la puerta de embarque por esos pasillos interminables…, puede ser una tremenda odisea, que gracias a este servicio, no convierte un día de vuelo en un infierno.
La super amabilidad de Isen en Alemania y Edu en Barajas empujando mi silla y la maleta ha sido más que destacable.
En ambos lugares la información puntual y constante en todo momento de cómo iban las cosas, preocupándose por si necesitaba algo, tratando de agilizar los trámites, llevándome con total delicadeza, ha sido la nota dominante. Cuando hay un rato largo en el que no les necesitas, te dicen que te vienen a buscar más tarde, y lo tienen todo súper controlado.
También es cierto que te sientes mal ahí sentado (al menos a mi no me hacia ninguna gracia), con la gente mirándote, sin poder hacer mucho, un tanto pelele y observado, pero es el mal menor. Te pones a pensarlo, y se agradece un montón que a alguien se le ocurriera que algo así era tremendamente necesario y se convirtiera en una parte más de la complejo entramado de la actividad aeroportuaria.
La misma experiencia agradable fue en el avión, esta vez con Iberia, donde el trato de toda la tripulación fue impecable.
Embarqué la primera, como se hace en estos casos, y una vez en mi asiento, pregunté si habría algún sitio libre para poder estirar la pierna. Me dijeron que había que esperar que embarcara todo el pasaje, y al acabar me viene el azafato con cara triste diciéndome «Va el avión a tope… pero a ver si podemos hacer algo».
Justo antes del despegue, vuelve a buscarme para llevarme delante de todo, en los únicos asientos vacíos, (los que dejan los últimos para reservar por los imprevistos), donde poder tener el pie el alto durante todo el vuelo, algo que sin duda ha agradecido mi atrotinado tobillo hinchado, atrapado en la bota desde las 8 de la mañana.
Aterrizar y tener la silla esperando, empujándome a toda prisa hasta la cinta de equipajes, por venir con retraso y sentir la preocupación de Eduardo por si tardaba mucho ya que iba justa para coger el bus, fue algo que valoré tanto, que aunque hubiera perdido la conexión, no me hubiera producido tanta rabia.
Afortunadamente, me habían facturado la maleta como «prioritario» (no se si es algo que se hace siempre con este servicio, posiblemente sí), con lo que salió de las primeras, y pudimos llegar, justo, justo, pero a tiempo para subir a mi siguiente traslado que me llevaría hasta Zaragoza.
Ahí en el autobús, de noche, también a tope, sin ninguna comodidad ni opción de colocar bien el pie, fui notando como se iba cargando y aumentando el dolor… con lo que agradecí todavía más si cabe el que esto hubieran sido las 4 últimas horas de viaje, y no las 7 anteriores que llevaba en danza viajera.
MUCHAS GRACIAS.
Por todo esto, no podía dejar de expresar y agradecer lo bien cuidada que me sentí.
Demasiado a menudo nos quejamos de lo que nos pasa, pero no destacamos lo bueno, ya sea de las cosas buenas en sí, o de las buenas dentro de lo malo.
Me ha gustado descubrir esta otra cara de los viajes. Creo que estas personas hacen un trabajo encomiable para facilitar el ir y venir de tanta gente, y su saber estar y su delicadeza hacia los pasajeros es digna de resaltar. Pasan cada vez el control (9 veces me dijo Eduardo que llevaba ese día), con la misma incomodidad que para cualquier viajero, quitándose una y otra vez chaqueta, móvil, cartera, llaves, radio, monedas… e intuyo que no es un trabajo fácil por la diversidad de personas y situaciones que pueden encontrarse. Arrastrar personas, maletas, acelerar por pasillos, explicar todo, ser delicado y educado, a la vez dejar espacio para que no sea un agobio tener a alguien todo el rato pegado… es algo para lo que hay que valer.
Mi absoluta admiración por tantas personas con movilidad reducida continuada, es decir, no puntual como este caso, y que tienen que vivir estas dificultades cada día. Todo mi respeto a los que aún así no dejan de moverse, viajar y hacer cosas. Realmente, al sentirte limitado, sentado y a otra altura, es cuando verdaderamente percibes lo difícil que es trajinar por este mundo en el que el resto nos desenvolvemos con tremenda facilidad sin apreciar estos detalles tan importantes. Pensaba en Miguel Nonay, con todo lo que cuenta en su blog de viajes en sillas de ruedas (A Salto de Mata, de muy recomendable lectura) y la verdad que me quito el sombrero por todo lo que hacen por el mundo desde su silla de ruedas, él y tanta gente como él!!!
Espero no volver a necesitarlo, pero desde luego… tremendamente agradecida.
QUÉ HACER SI NECESITAS ASISTENCIA DURANTE UN VIAJE
Muy importante; si alguna vez tenéis que hacer uso de este servicio, no lo dejéis para el último momento al llegar al aeropuerto.
Hay que avisar en cuanto se considere necesario, directamente o a través de la agencia de viajes, para que lo tengan previsto y pueda coordinarse bien. Me sorprendió cuando me comentaban que son muchas las personas que lo solicitan, que en cada vuelo hay varias peticiones (hasta 20 en un mismo avión me llegaron a decir!!), y no siempre hay disponibilidad para todos si se llega sin avisar, ya que hay mucho que coordinar: organizar los horarios, llegadas, tiempos de espera y traslados, personal, sillas…
Por supuesto, huelga decir que no es algo que deba pedirse si realmente no es necesario. Sería una falta de respeto tremendamente grave.
Desde este enlace se puede hacer la gestión en los aeropuertos de AENA en España y en Iberia. Para otros destinos, simplemente buscar la aerolínea con la que se vuela, hacer una anotación o bien contactar a través de la web del primer aeropuerto para que lo gestionen. Si hay conexiones y más vuelos, avisando a la compañía aérea, será ésta quien gestione todos los vuelos (siempre que estén conexionados!!) pero no está de más, avisar en los aeropuertos donde se haga escala, o desde luego, cuando se han sacado los vuelos independientemente.
http://www.aena.es/es/aerolineas/solicitud-asistencia-pmr.html
http://www.iberia.com/es/viajar-con-iberia/necesidades-especiales/