La muerte, ese incómodo visitante..
Veo la serie «Cuéntame» desde el principio; justo el jueves pasado, Herminia, la madre de Merche, le dijo a Antonio por estar destrozado tras la muerte de su hermano algo así como «pasados los 50 empieza a acostumbrarte a ver marcharse gente con la que has compartido vida, y dedícate a disfrutar de los vivos que tienes alrededor».
Hoy me he enterado del fallecimiento de una persona a la que hacía un par de años que no veía, pero que ha sido alguien muy especial y querido desde nada menos que mis 11 años, donde por primera vez tropecé con ella, como profesora. La Hermana Mari Luz nos daba pavor a todas, era dura, exigente, gritona, peleona… de las que de verdad asustaba, y encima su asignatura, Ciencias Sociales, las que no podías pasar por alto.
Fueron muchos años hasta los 18 que dejé el cole con ella cerca, como profesora, tutora y siempre por ahí pitando…. Luego, siempre he tenido contacto con el colegio, y ella era de las que siempre estaban ahí ya que nunca la cambiaron de lugar. Entre los 26 y los 32, en esa otra etapa de mi vida, volví a tenerla cerca, entonces ya como más cercana y compañera… ah, esos años de profesora en mi mismo colegio!!! En el 2010 tuvimos un día mágico y precioso, con la celebración de los 25 años de mi promoción, de lo que hablé aquí mismo… La última vez que la ví fue hace 2 años que pasé por Alfonso XIII y entré al colegio a ver si había alguien conocido y allí pasamos un ratito agradable…
Da igual la historia, el hecho que es que esta mañan me he enterado que nos ha dejado. Me ha entrado la llorera, aunque se que debo acostumbrarme a estas cosas, y que cada vez las lágrimas deberían ser más reacias a salir. Pero no puedo. Cada vez que alguien querido se marcha de este mundo que llamamos de los vivos, se me rompe un trocito de corazón, se cae al suero ese pedazo del que formaba parte esa persona, es como si se congelara. De repente los recuerdos, las vivencias, los momentos, las sonrisas… me llevan a recluirme en mi pasado, en esas cosas que son solo de uno y que puedes compartir con unos u otros, pero que siempre pertenece a la más profunda intimidad, y a darme cuenta que, efectivamente, los años pasan, nos hacemos mayores, nos vamos quedando cada vez más solos y también, por qué no decirlo, que la muerte cada vez da menos miedo.
En fin… mi recuerdo vaya hoy para tí, Mari Luz… Lo que hemos charlado, vivido, compartido… ya forma parte de un lugar que aun no sabemos donde está.