Enamorada de mi barco
Hoy se ha quedado el Kivuca en el varadero. Un arreglito, la patente y esas cositas que un «agüelito» siempre tiene que retocar…
Y cuando le he dejado ahí, en seco, sobre esas patitas de madera, no dejaba de mirarlo y pensar «pero qué guapo eres, jodío… cómo me has robado el corazón»
Es curioso como un barquito te puede dar esta vuelta a los sentimientos…
Es ya un año y medio y forma parte de la familia; una familia un tanto atípica la mía, formada por 2 humanos, un gato, un perro y un barco…
Ahora ya puedo decirlo… ¡¡se ha portado como un jabato… !!! Así como el primer año fue una detrás de otra, se rompía de todo, le pasaba de todo y nos dejaba un sabor agridulce, desde marzo que salió con jarcia nueva, ha sido una gozada…
Todo como la seda, lo que le ha pasado no ha sido el barco, sino las manazas de los humanos: una embarrancadita en el Delta, el bichero del vecino que me rompe la red al día siguiente de ponerla, la guía del muerto que se enreda en la hélice por no esperar a que se hunda y tengo que hacer una inmersión portuaria… y poquito más…
Estos meses han sido como una luna de miel… Pasar ratos en el barco haciendo cositas, poner esto, colocar aquello, ordenar aquí, organizar allá… hacer mis pequeños apaños, de tontos pero que me han hecho sentir bien (aunque sea tan tonto como cambiar los enganches que cierran las puertas de los armarios o colgar la campana!!), dormir una siesta o escuchar la orquesta de las fiestas desde la bañera con una cervecita en la mano…
La kdda de los Furias, conociendo otros hermanitos, otras gentes, compartiendo (eso que echo a faltar en mi mini puerto…)
Y navegar, por supuesto!!!
Y la primera noche de fondeo, sin pensarlo, porque apetecía «¿nos quedamos? ¡vale!» Esas estrellas, esa paz, esos momentos… ¿qué embarrancamos por la mañana? ¡¡qué más da, que nos quiten lo bailao!!
ESTOY TAN CONTENTA….
Ya nos vamos soltando, sintiendo la armonía con el barco…
Ya no es esa especie de pánico al salir del puerto, ni ese agarrotamiento permanente…
Ahora es disfrutar jugando con las velas, buscando dónde está el mejor viento…
«La Mayor» ya no es el objeto terrorífico, sino uno más de casa, que sube y baja tranquilamente;
2 tardes dando vueltas como peonzas en el puerto para conocer el juego de la caña, la marcha atrás, avante, el atracar así o asá han sido el alucine de todos pero mi gran momento de conocernos mi barco y yo…
Sentir esa felicidad en la tripu…
Ver al perrete dar vueltas tranquilamente por la cubierta y asomarse por la proa, o levantar la cabeza por la popa, o buscar la sombra de la génova para tumbarse relajadamente…
Llevar amigos a bordo y ver cómo disfrutan, enseñarles lo poquísimo que sé…
Darse un bañito y dejarse llenar por la silueta tan bonita que tiene este pedazo de Furia 25, pequeñito pero encantador…
¡¡Son tantos detallitos tontos, pero que ahora mismo me hacen sentir bien!!
Un barco es algo especial, es cierto… no es un objeto más.
No es un capricho, no es un ser inerte… es un ente maravilloso que pone en contacto lo mejor de tí con la magia del Azul, que te hace sentirte uno con ese Mar que nos fascina, y formar parte de su inmensidad…
Creo que un barco no se elige… el el barco el que de alguna manera te llama…
Las cosas están mal, la gente está triste, los negocios no van boyantes, las situaciones están muy tensas, nadie sabemos qué va a pasar con nuestra vida, todo pinta gris…
Pero si algo voy teniendo cada vez más claro es que el Kivuca es ya tan parte de mi como un brazo o una pierna, y si vienen mal dadas, sería de las últimas cosas que dejaría ir… Posiblemente sería aquello que nos mantendría a flote, porque a una mala, soltar amarras y dejarse llevar a otras aguas siempre sería una opción.
Perdonad este momento místico cursiloide… pero es que voy a estar casi 2 meses sin ver a mi Kivuca y aunque hoy hemos tenido una navegada preciosa hasta Vinaros, ya tengo añoranza del flishhhhh flishh del casco; ya me falta el balanceo tan amoroso y ese olor tan característico….
Ay, los veleros… ¡¡¡ esos canallas que nos atrapan el corazón!!!!