CategoríaNavegación – Sailing

1
Enamorada de mi barco
2
Mi primer «Solo Sailing»
3
Un supermercado velero, una zona a evitar y mejillones que dan palmas
4
¿Y por qué no?
5
La luna llena sobre el Kivuca
6
Estrenando al Kivuca. Capítulo 4. Porque no hay dos sin tres
7
Estrenando al Kivuca. Capítulo 3. Comienza una nueva vida

Enamorada de mi barco

Hoy se ha quedado el Kivuca en el varadero. Un arreglito, la patente y esas cositas que un «agüelito» siempre tiene que retocar…

Y cuando le he dejado ahí, en seco, sobre esas patitas de madera, no dejaba de mirarlo y pensar «pero qué guapo eres, jodío… cómo me has robado el corazón»

Es curioso como un barquito te puede dar esta vuelta a los sentimientos…

Es ya un año y medio y forma parte de la familia; una familia un tanto atípica la mía, formada por 2 humanos, un gato, un perro y un barco…

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Mi primer «Solo Sailing»

Estoy feliz, y orgullosa y satisfecha, y encantada de haberme conocido, jajajajaja .. me doy palmaditas en la espalda y digo «buena chica»

Pues eso, que hoy he vivido mi primera experiencia del navegación en solitario y estoy que me salgo!!!

Amanece un día bonito, las pocas nubes iban desapareciendo y se veía que iba a quedar claro al menos unas cuantas horas; viento poco, temperatura súper agradable… ¡¡habrá que aprovechar!! Pero resulta que ayer algo raro comimos y mi timonel no estaba en su mejor momento, vómitos, diarreas, malestar general… ¡como para pensar en navegar!

Pues… ¡¡¡Me voy sola!!!
Que sí, que sí, que si y que sí!!!!

Buena soy yo cuando me decido a algo, además parece que lo iba barruntando, antesdeayer que hizo un día como este pensé… pues así me atrevería a ir sola… ¡Y me lo han puesto a huevo hoy para realizarlo!

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Un supermercado velero, una zona a evitar y mejillones que dan palmas

Hace ya casi una semana… pero hay días que no se olvidan!
Quién me iba a decir a mi que tan solo en una tarde/noche iba a descubrir tantas cosas impensables. Y es que entrar el mundo de la náutica es como volver a ser un niño de 2 años, cada segundo descubres cosas nuevas, mira tú…
Que cada barco es un mundo, está claro, y que cada «barquero» más, clarinetísimo

El famoso Metis llegó a Alcanar, con Ivan «Todovespa» y  Jiauka (al menos para mí, mira que sabe este chicoooo!!!).
Comimos, bien, como no puede ser de otra forma, y aunque tenía trabajo a rabiar surgió otro «Y por qué no?»
Total que a casa, a volar para acabar lo urgente y a última hora de la tarde, embarcar un ratito en un barco totalmente diferente a todo lo que había pisado antes… ¡¡y mira que he pisado barcos raros, jajaja!!

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¿Y por qué no?

Son las 13:45, se avecina otro mediodía largo, apurando el trabajo, con llamadas y trabajo pendiente… Otro día más de verano, de los que empiezas a las 9, terminas pasada la media noche con media horita para comer… No me quejo, es una suerte trabajar, pero si me agobio a ratos…

El mar está cerca, pero, poco tiempo hay para disfrutarlo, aunque lo veo y oigo por la ventana, lo que quiero es «mojarme», y teniéndolo tan cerca, no puedo…

Encima, esta pasada semana casi todos los días ha hecho un viente demasiado fuerte para nuestra novateria, y entre unas cosas y otras llevamos una semana sin navegar.

Ufffff… una mirada cómplice y… «Oye, y si nos vamos ahora mismo al barco, salimos un ratito, comemos cualquier cosa navegando y ya volvemos y seguimos????

¿Y por qué no???

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La luna llena sobre el Kivuca

1. EL HOMBRE PROPONE…

El jueves recibo una llamada muy agradable, con una proposición totalmente deshonesta, de Luis, un artista de la vela que nos está enseñando muchísimo a navegar!

– Pregunta a tu tripu si os apetece salir mañana por la noche, que hay luna llena y estará bien bonito…
– ¡¡Claro, eso no se pregunta, por supuesto que salimos!!

Asi que ayer, viernes santo, planeamos una salidita nocturna con el Kivuca, la primera desde que está conmigo…

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Estrenando al Kivuca. Capítulo 4. Porque no hay dos sin tres

Amanecía otro día en Alcanar.

La idea de quedarnos para hacer los papeles del barco se tuvo que cancelar porque falta una cosa por llegar. Tampoco pudimos encontrarnos con otro amigo de aquí que tiene barco, asi que las tres marías nos fuimos al barco a «marujearlo» un poco. Que si organizar esto, que si sacar todo de los enoooormes tambuchos y ordenarlos, que si tomar medidas, que si poner más defensas, que si tirar lo que no vale, que si probar todo lo que quedaba por toquitear, que si qué ponemos aquí, que si sacar las fundas para que la madre de Teresa nos haga unas sábanas a medida, que si…. ¡ostras, si ya son las 14’30!!

¿¿Oye, y por qué no comemos aquí???

Pues claro…. Ale, ¡A sacar la mesa!
Si, si, que también tenemos una mesita estupenda para la bañera… super mona, oiga! Saby se fue a casa a buscar los restos del fin de semana mientras terminábamos de hacer hueco, y allí que estrenamos ese comedor privilegiado que nos habíamos montado.

Por favor, qué maravilla, ¡¡¡ahora ya sé por qué la gente está tan enamorada de sus barcos!!!
Con ese solecito tan rico, solas en el puerto (un lunes a las 2 de la tarde, ya os podéis imaginar), disfrutando de otra vertiente de Kivuca, tan acogedor y práctico… ¡ya se donde vamos a pasar horas y horas este año !

Recogemos todo, nos miramos y… ¡venga, valientes, ¿vamos a por ello?!
No sopla ni una gota de viento, el mar está como un plato, tenemos todo reciente y fresco de ayer… ¿no vamos a ser capaces de sacar este barquito, dar una vuelta y volver? 

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Estrenando al Kivuca. Capítulo 3. Comienza una nueva vida

Entre el cansancio y el cava, no me fue difícil caer a los brazos de morfeo, pero me duró lo justo para reponer fuerzas, que el día que amanecía, era otro pasito más en la vida de “una que tiene barco”

Estuve un rato viendo el cielo clarear y pensar todo lo que quería hacer, recordando la travesía, y dejando que la sonrisa se siguiera extendiendo al saber que, si no tuviera una casa delante, desde esa misma posición vería la popa de Kivuca descansando de la jornada.

Hoy vamos a salir todos, ya en plan tranquilo y dominguero, pero le voy a decir a Jordi, que no haga nada, que tengo que hacerlo yo todo, desde largar amarras (eso es fácil!), hasta sacar el barco, velas y lo que haga falta..

¡Qué cosa, ya estaba emocionada perdida otra vez!

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