CategoríaHabla el corazón

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Bolivia. Potosí y las Minas
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Detox de redes sociales
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Y de repente… ¡¡Encallamos en un arrecife!!
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Por favor… ¡¡¡No montes en elefante!!!
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Elegir = renunciar
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Ni banderas ni fronteras
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Viajar…. ¿O no viajar? (O los que no deberían viajar)

Bolivia. Potosí y las Minas

Potosí, Bolivia… algo más que una etapa de un viaje…
Lo más representativo de esta ciudad, nacida a las faldas del Cerro Rico, la montaña llena de minerales preciosos, es sin duda lo que le ha dado el nombre (¿no recordáis a vuestras madres diciendo “vale un Potosí”? Pues de aquí viene la cosa…), la minería.

La ciudad en sí la verdad que no vale mucho, da impresión de sucia, por el polvo de alrededor, aunque la plaza central está más cuidada, las casas de alrededor, los tendidos eléctricos, hasta las sensaciones, son tristes…
Por eso es de la mina es de lo que voy a hablar, porque aunque había visitado alguna, jamas había sido como esta…

Y aseguro que no deja indiferente.

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Detox de redes sociales

Hay momentos en la vida en los que, por voluntad propia o por lo que nos sucede, todo alrededor se detiene abruptamente.
Como algunos se han dado cuenta (gracias a los que os habéis preocupado), he pasado más de dos meses totalmente fuera de las redes sociales; pese a haber sido siempre muy activa especialmente en Facebook, dejé de hacerlo.. ni Fb, ni IG, ni Tw… nada. Y no por falta de cobertura, como me ocurre cuando viajo a veces, si no, más bien por una falta de conexión

Ha sido bueno. Y necesario. Incluso, aunque el causante no lo haya sido tanto… (¿O si? nunca se sabe… Siempre todo puede ser bueno, o al menos útil y para crecer). Me he dado cuenta, o mejor dicho, me han hecho darme cuenta, quizá demasiado bruscamente, que poner demasiado interés en «las redes», nos puede quitar tiempo, espacio y atención de esas otras «redes»: las personales, en las que realmente debemos ocuparnos y preocuparnos. Y es por eso que he hecho un parón en mi actividad social a veces exagerada, para pensar en otras cosas. Un tiempo y un espacio fuera del entorno digital donde reflexionar, y sobre todo para darme cuenta que puedo vivir perfectamente sin ellas, aunque por otro lado tampoco les voy a quitar las cosas buenas que tienen para ofrecernos, y que en su caso, también puedo contar como muy valiosas.

Tras un tiempo de desintoxicación, he vuelto; considero que es el momento, sin ser ninguno especial, de poder abrir el Fb sin sentirme obligada, mal, culpable, aburrida o desganada … Pero igualmente digo que no voy a hacerlo con la intensidad de antes, (y espero mantenerlo), porque entre otras cosas me he dado cuenta que la vida «digital», es un «roba vida personal», y al fin y al cabo somos las personas de carne y hueso, las que tocamos cuando estiramos la mano, a las que vemos los ojos y escuchamos al hablar, a las que nos debemos de verdad.
Y cuando miramos demasiado una pantallita, nos alejamos de todo eso, que es lo VERDADERAMENTE IMPORTANTE que cada cual tenemos a nuestro alrededor.

No digo que no sean importantes los que están al otro lado de mi muro, timeline o como se le quiera llamar; de hecho, a una gran mayoría no los hubiera conocido o no nos hubiéramos reencontrado después de tantísimos años si no llega a ser por estos nuevos medios que nos ofrece nuestro mundo. Pero una vez ya en el punto de encuentro, creo que es muchísimo mejor dar el salto a lo más personal y humano, volver a retomar esas costumbres tan olvidadas de una llamada de teléfono, un café, una caña, o un directo y personal «Hola, ¿que tal?»…  Seguro que estaréis de acuerdo conmigo en que no debemos permitir que lo artificial nos quite lo más bonito de lo humano, ni que nos distancie de lo que más queremos. De hecho, los comentarios, tanto en el mismo muro de Fb a este escrito, como los privados, han ido todos (y me sorprendí porque han sido muchos) en esta línea. Es el tipo de cosas que todos pensamos y sabemos, pero que, por lo que sea, nos cuesta poner en práctica, o caemos como tontos…

He hecho un «detox» total de Fb y redes sociales, inicialmente no por decisión propia, lo confieso, sino por bofetadas de la vida y lo que se llama el devenir de los acontecimientos, pero luego ya ha sido totalmente voluntario, y ¿sabéis que os digo? que estoy encantada y lo agradezco enormemente. Os lo recomiendo. La vida es lo que habita en nuestro círculo más cercano, no la dejemos pasar, es demasiado bonita para desperdiciarla mirando al móvil, que es cuando entonces dejamos de ver lo que de verdad da sentido a nuestro día a día…

Y de repente… ¡¡Encallamos en un arrecife!!

El Safari de Delfines, Snorkel, buceo y Navegación de la semana del 21 al 27 de julio de 2018  en el Mar Rojo (Egipto, Sharm el Sheikh) estaba siendo uno de los mejores que recuerdo; un viaje excepcional, por la gente, la tripulación, el barco, las actividades y tambien el Mar, tremendamente generoso con nosotros. Era un viaje de no buceadores, gente que quiere iniciarse en el «vida a bordo», en el buceo, en las actividades acuáticas… Personas muy diferentes, que no se conocían antes, y que hicieron una piña estupenda desde el primer momento. Como puntito extra, compartían este viaje con nosotros dos personas más «públicas»: Mariam Hernandez, actriz e increíble persona que hizo eco con toda su simpatía en las redes sociales del día a día de este viaje, y Alex Vallés, Fisio y entrenador personal, otro fiera de las redes con una filosofía de vida increíble. Dos pedazo de humanidades que han hecho muchísimo por que esta experiencia fuera única, amén de todos y cada uno del resto del grupo, más anónimos, pero de tanta talla y valor. Petra, Leti «Tizzia», Leti 2, Mabel, Juanma, Jorge, Noemí, Paloma…GENTE MARAVILLOSA, en definitiva y sin lugar a dudas, los que nos encontramos en esa semana.

Una semana completa en lo que no faltó de nada. Dedicamos una tarde a la limpieza de playas y de fondo en el mismo Parque Nacional Ras Mohammed, disfrutamos de unos snorkels alucinantes, bautizos de buceo para los que querían iniciarse, inmersiones geniales para los ya buzos, cursos de buceo… La nota sobresaliente la pusieron nuestros amigos los delfines, no uno, si no dos días, de presencia generosa. Pero el segundo día fue realmente alucinante, exhibiéndose ante nosotros durante más de 2 horas, algo que solo ocurre cuando tienen buen feeling en las personas… Estuvimos todo el grupo con ellos, también la tripulación, que nos dejaban a todos a cuadros con sus increíbles apneas en tiempo y profundidad y jugaban con los delfines como si fueran perritos, les tiraban trozos de coral y rocas para que se los devolvieran, como un cachorro juega con la pelota… Fueron momentos realmente únicos de convivencia entre viajeros, tripulación y delfines….  ¡Debíamos ser todo energía positiva y buena, porque fue alucinante, una de los mejores encuentros con delfines que he vivido yo, y ya llevo unos cuantos encima!

Tras tantas experiencias mágicas, el jueves, día último día completo, se prometía especial; Alfonso y Sayed, los guías, y yo, habíamos pensado un plan estupendo para todo el grupo como despedida y las expectativas eran realmente buenas. Pero, el destino marca sus deseos. Hizo que fuera único y diferentes… pero no como pensábamos ni teníamos planeado.

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Por favor… ¡¡¡No montes en elefante!!!

NO MONTAR EN ELEFANTE

Por esto NO, NO y NO a montar en elefante (o cualquier otra actividad con animales, tan típica de los viajes): Si nos pasásemos a pensar lo que han pasado antes para que lleguemos a disfrutar de nuestro momento de gloria con ellos ¿¿De verdad lo haríamos??  Por mucho que nos cuenten «viven como reyes, están muy mimados, los tratan muy bien….» ¿te lo crees??? ¿Cómo saber que es cierto, que este animal «dócil» lo es porque ha salido así «por casualidad», o porque le han roto el alma (así se llama) hasta que ya se rinde y hacemos lo que queremos??? Mejor evitar que siga sucediendo, no???

Te voy a contar cosas que posiblemente no sepas. Es duro. Pero creo que deberías leerlo, y saberlo, como yo lo hice en su día. Porque si, yo también he montado en elefante. Y me arrepiento enormemente;  la ignorancia es terrible, por ello, ahora que sé cómo son las cosas, estoy empeñada en hacerlo saber a todo el que pueda llegar, a modo personas y profesional.

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Elegir = renunciar

Esta afirmación de perogrullo y en estas fechas, puede llevar a una reflexión más propia de mi vida pasada de OP, pero realmente, si te pones a pensarlo, no se diferencia tanto la vivencia de la VR respecto a la «normal», salvo en la forma de interpretar ciertas cosa.

El hecho es ese, que la vida de cada cual esta llena de elecciones que suponen las consiguientes renuncias, más que nada por el simple hecho de que, por mucho que nos fastidie, no se puede tener todo!!

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Ni banderas ni fronteras

Estamos viviendo momentos complicados en España… La ruptura entre «Cataluña» y «España» está estos días en boca de todos, desde las esferas más altas, hasta las más estrechas relaciones. Una pena, pero nada que haya que sorprendernos… por desgracia, va en el adn del ser humano. No es nada nuevo, ni ajeno. ¡Pero no aprendemos!

Yo siempre he sido de mostrar orgullosa la bandera de España donde fuera… quizá el haber nacido en una familia tan dispersa en la geografía (y las ideologías creo que también) y el haber viajado desde muy pequeña me ha hecho sentir esa referencia por el lugar donde he nacido, pero sin el fervor de sentirme a fuego de ningún sitio. Las banderas de España han decorado mis carpetas de colegio, mi primera moto, la he lucida en pulseras, ordenadores, móviles y mil cosas más, pero con esa certeza de que los colores no representan más que lo que cada cual quiere que signifiquen. Cuando me han tildado de «facha» por lucirla me he reído por dentro, y cuándo por llevarlas he encontrado gente en los más recónditos lugares del mundo hablando mi idioma con los que compartir ratos agradables por esta conexión, también he reído.

Hoy no puedo reirme. Me da una tremenda pena el ver como las estupideces derivadas de los posesivos «mi» país, «mi» tierra, «mi» idioma, «mis» pensamientos llevan a peleas, enfrentamientos, malos rollos y tensiones. A nuestros políticos les da todo igual, sean del color que sean, puesto que lo miran todo, ellos sí, riéndose (pero de nosotros) desde sus sillones, prebendas y comodidades y realmente les importa poco los puñetazos, insultos o portazos que demos por aquí abajo. Tengo claro que somos unos peleles a merced de poderes que ni siquiera intuimos, y que todas estas cosas son el opio del pueblo para que «ellos» sigan moviendo los hilos como les convenga. Pero aún así, veo lo absurdo de todo esto.

Pese a haber llevado la bandera con orgullo, nunca me he sentido más que «ciudadana del mundo», y de hecho es lo que siempre respondo cuando me preguntan. Me siento bien allí donde me encuentro a gusto, donde las personas nos queremos y nos llevamos bien, donde la armonía se siente y los colores no importan. Me gusta hablar el leguaje universal de los signos y tratar de hacernos entender unos y otros, más fácil de lo que muchos creen. No entiendo las fronteras ni las separaciones. El Mar es mi mayor fuente de inspiración y ahí no hay posibilidad de dibujar fronteras, todo fluye.

Me repele la violencia, me parte el alma ver familias, amigos, gente rebosando ira entre ellos. Huyo de las confrontaciones por política, religión, sexo… y no digamos nacionalismos. Creo que la vida es mucho más sencilla, muy corta y muy intensa como para desperdiciarla en estas tonterías. Desde el principio de los tiempos, el ser humano se ha empeñado en poseer, en tener poder, en vencer, en ser superior y esto nos ha llevado donde estamos. Nuestros mayores dones se han convertido en nuestras peores armas y lo que nos podía haber hecho felices, nos ha transformado en unos seres incapaces de vivir lo que tienen, querer a los suyos, disfrutar del momento y dormir tranquilos.

Veo a Koke y a Chuqui ahora mismo y envidio esa «falta de comprensión». No podrán escribir como estoy haciendo yo ahora mismo, pero no dudo que sus vidas son mucho más llenas, felices y tranquilas que las nuestras.

No quiero banderas, ni fronteras, ni diferencias.

Dejadme en paz, no pienso dejarme llevar por vuestros odios y afanes de poder, de ego, de orgullo…, mi vida es mía, y mis trocitos de felicidad no me los vais a arrebatar.

Viajar…. ¿O no viajar? (O los que no deberían viajar)

Este es el texto que posiblemente no debería escribir alguien que vive viajando, tiene una empresa de viajes, cuyo trabajo es hacer viajar a la gente y disfruta viajando y viajando… sin embargo, es el texto que llevo mucho tiempo en la cabeza y que, precisamente en un avión, de viaje, me dispongo a esc…upir (¿escribir?)

Viajar es maravilloso. Amplía la mente, abre el espíritu, ensancha el alma…. Potencia el conocimiento de uno mismo, enseña a descubrir a los demás, re-estructura las relaciones interpersonales y con el planeta. Viajar abre los ojos a otras realidades, es sanador, es alentador, es motivador. Viajar últimamente está de moda, gusta, queda bien, se fomenta, se presume, se planea, se habla….

¡Ah, viajar! ¿quién no ha oído lo bueno que es?

Personalmente no me canso de hacerlo, y cualquiera que me conozca mínimamente sabe que mi vida parece un “proyecto de viaje” y con tremenda facilidad acabo subida a un avión, a bordo de los más diversos tipos de embarcaciones, poniendo kilómetros o millas bajo mis pies y pensando en el siguiente….

Podría explayarme hasta el infinito poniendo palabras a lo que lleva siendo una vida de aquí allá, pero no voy a hacerlo, primero, porque de las bondades de viajar ya hay mucho escrito, y segundo, porque no es este el objetivo de esta reflexión.

Y es que, siendo todo lo anterior una gran verdad, también hay sombras detrás del “viajar”.

O mejor dicho, viajar puede sacar las sombras de las personas, o si perfilamos aún más…. Viajar no es para todos.

O al menos, no todos las personas pueden hacer todos los viajes, o considerarse viajeras. Y lo que es peor, no hay derecho a que estas personas puedan llegar a amargar la maravillosa experiencia que es viajar a los que tienen alrededor.

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