Promoción 1984-85. 25 años después.
Colegio Santa Catalina de Sena, calle Alfonso XII 160 de Madrid
Mi cole.
«En el colegio de enfrente, nos llaman las Catalinas, pero más quisieran ellos ¡¡aúpa!! que entrar en la portería…»
Esta era una de las canciones insignia que cantábamos una y otra vez en encuentros, convivencias, excursiones, marchas… Y fuimos capaces de re-cantarla 25 años después de terminar nuestra vida colegial, en ese día mágico en que nos encontramos muchas de las que habíamos compartido horas y horas de pupitre, clases, juegos y tanto más!
El 11 de Septiembre de 2010 hicimos la reunión de los 25 años de nuestra promoción 1984-85.
Fue un momento mágico, bonito, especial. Reencontrarte con gente a la que no ves desde que dijiste adiós a la vida de colegiala, revivir momentos inolvidables, destapar recuerdos, rememorar emociones con compañeras, profesoras, hermanas y esas paredes mudas que tanto han visto de tí (en mi caso por partida doble, pero eso aquí no cuenta) es de estas experiencias bonitas que te dejan el corazoncito a flor de piel.
Pedí hacer la «Monición de Despedida» por el motivo que explico en ella. Emotiva que es una.
Estas son las palabras que escribí y que leí emocionada desde el atril de la Capilla que tanto sabe de mi.
Seguramente todas recordaréis de nuestra etapa escolar el jolgorio que se organizaba todos los junios cuando todo el colegio, a una, íbamos en montones de autobuses al Cerro de los Angeles a celebrar la misa de Fin de Curso. Era impresionante, tantísima gente, alumnas, profesoras, hermanas, madres llenando esa iglesia enorme y la que se organizaba, antes, durante y después.
Posiblemente recordaréis también nuestro último año, al acabar 3º de BUP, del que ahora celebramos los 25 años (¡que viejas somos!!… Ah, no… se dice “como pasa el tiempo”), como el más emotivo, lo preparamos de otra forma, era la despedida del cole, nos hacíamos mayores, y en definitiva era el momento “oficial” de cortar con el cordón umbilical que para nosotras había sido el colegio, para lanzarnos a la misteriosa y deseada aventura de encontrarnos con el “ duro mundo”…
Lo que estoy segura que no recordaréis quien preparó y leyó la monición de salida, el punto final finalísimo a nuestra vida de colegialas. Yo sí lo recuerdo perfectamente, más que nada, porque fui yo. No voy a mentir diciendo que lo haya recordado toda mi vida desde entonces, pero al remover todo este tema para llegar a este reencuentro , me vino a la mente, recordando perfectamente todos los sentimientos que se agolparon ese día. Los nervios de leer ante tooooodo el colegio, la emoción contenida –y no contenida- del significado de ese “final de etapa” del que tanto hablábamos, todo lo que quería decir y no podía, lo que implicaba terminar ese día de fiesta… lloré lo que no estaba escrito y tenía un nudo en el estómago, en el corazón, en el alma y en cualquier parte del cuerpo donde pudiera sentirse el nudo en cuestión…
En fin, han pasado 25 años nada menos, y por eso comenté que me gustaría hacer la “monición de salida” de esta Eucaristía, en recuerdo de aquella.
Nos hemos desperdigado, aquí estamos 30, pero quedan otras 20, muchas de las cuales se reparten por puntos lejanos del planeta… Todas estamos en el mismo recuerdo…
La de cosas que hemos vivido todas en este tiempo, la de personas que hemos conocido, la de situaciones por las que habremos pasado, lo que nos gusta recordar y lo que queremos olvidar. Todas, sin duda, tenemos lo nuestro…
Y es curioso, pero según vas “cumpliendo años” vas entendiendo el sentido que tiene aquello de la semilla, lo de que lo que vives de niña va a tener una gran influencia en el resto de tu vida, de que siempre algo queda de lo que parece parte del pasado, lleno de telarañas en el baúl de los recuerdos.
Lo que está claro es que desde que Dios, o lo que fuera según creencias, nos uniera en las clases de nuestro querido cole, se ha creado entre nosotras una especie de hilo conector o cordoncillo invisible, que, no siempre sentimos, pero está. Todas las aquí presentes formamos parte de la vida de todas, y todas, en mayor o menor medida tenemos nuestro trocito de ser repartido en las demás… esa es la magia de lo que no entendemos, pero que en momentos como este, sentimos y sabemos dentro que está, que existe, y que, incomprensiblemente de repente se hace más fuerte y nos lleva a un mismo lugar.
Aquí tenemos la prueba. Ni si quiera la mayor ciencia ficción de las pelis de nuestra época nos hubiera hecho imaginar que un invento tan infame como maravilloso, llamado internet, nos daría la oportunidad y facilidad de este reencuentro, logrando, como si nada, que un cuarto de siglo después, las que nos despedimos con nuestros esplendorosos 17 años fuéramos a tomar un catering en nuestro mismo colegio a los “cuarentaypico”, acompañadas de profesoras y hermanas que en su día compartían esos años de colegio con nosotras. (¡¡ayyy que tiempos aquellos en los que corríamos por los pasillos o empezábamos a pintarnos el ojo!! )
Sinceramente, no creo que volvamos a repetir dentro de otros 25, porque… ¡a saber! Así que, vamos a dar gracias a Dios, al Colegio, a las Hermanas y a cada una de nosotras por poder tener la gran suerte de vivir algo tan especial, y ahora a disfrutar de este momento tan bonito que sin duda recordaremos con una sonrisa todos los años que nos queden por delante!
Dejo aquí algunas fotos de ese Encuentro. De 25 años antes, y 25 años después.
Tengo muy pocas imágenes de mis años de colegio. Tendría que rebuscar en cajas, álbumes de los de antes, cajones y a saber dónde. Pero algunas pude rescatar.
Fotos de 2010. Mujeres ya hechas y derechas, con vidas completas, familias, hijos, divorcios, solterías, carreras, trabajos….
[…] vez que estuvimos juntas fue en el 2010 en el 25 aniversario de mi promoción en el Colegio (aquí conté los detalles y algunas fotos lo atestiguan), sin embargo, la cercanía nunca se pierde, y cuando vuelves a hablar es como si hubiera sido […]
[…] un día mágico y precioso, con la celebración de los 25 años de mi promoción, de lo que hablé aquí mismo… La última vez que la ví fue hace 2 años que pasé por Alfonso XIII y entré al colegio […]